Soy solo un oso: una lectura

Nota: creo que este texto puede leerse sin ser necesario haber leído el álbum ilustrado de Jean-François Dumont. Sin embargo, es muy recomendable hacerlo.

I. La historia

Un oso no sabe cómo llegó a la ciudad, pero ahí vive, en las calles. Su cama está hecha de periódicos y, como es un oso, comunicarse con las personas le resulta complicado. Parecen no entenderle, porque cuando intenta hablar con ellos, invariablemente, termina agredido.

Ser un oso que vive en las calles de la ciudad no es sencillo: pasa hambre, frio, tristeza y soledad. Porque no solo tiene que hacerle frente a la falta de comida, sino también a la indiferencia de las personas o a sus malos tratos. Las ilustraciones de Jean-François Dumont son, en este sentido, bellas por su expresividad, especialmente, en el rostro del oso. Puede sentirse la tristeza al pasar varias de las imágenes y verlo, desolado, entre sus cartones y sus periódicos. La imagen posibilita nuevos sentidos y emociones en el álbum ilustrado, y Soy solo un oso es un buen ejemplo de cómo sucede esto.

II. El lugar de los osos

Escoger a un animal como protagonista de una historia casi nunca es arbitrario. El lobo en la versión original de caperucita roja representa a un hombre depravado, por ejemplo. Y tal papel no podría haberlo representado, por citar un caso, un perro, ya que este es más un compañero que alguien peligroso. Dicho de otra forma: ¿hay historias que tienen sentido en un protagonista y no en otro? ¿Tendría sentido una fábula sobre el poder si esta no recayera en la piel de un león? ¿A través de un caracol se podría hablar del poder o del gobierno de otros?

Cuando menos, para no ser terminantes, parece que hay temas que, si no son exclusivos de ciertos animales, sí cobran mayor sentido a través de ellos. Y así, aunque puede existir un cuento sobre el gobierno de otros cuyo protagonista sea un caracol, puede aceptarse que este tema es mucho más representativo de un león.

En el caso de Soy solo un oso, ¿por qué un oso y no una vaca como protagonista? La característica que cobra relevancia es una presencia ambivalente de aquellos animales.

Por un lado, si pasamos lista a los animales que, de algún modo, están más próximos a nosotros o tienen una mayor presencia en nuestro imaginario, entre los primeros lugares estarían los osos. Tienen representantes ─algunos muy famosos─ en la literatura, en el cine y en la televisión; y quizá el animal de peluche más común sea el oso. Desde esta perspectiva, los osos son animales, pues, con los que tenemos mucho contacto. Sin embargo, por otro lado, la existencia de aquellos no significa que los osos reales sean un asunto que nos preocupe. Miles aman a Winnie Pooh, pero eso no significa que salvaguardar los hábitats de los osos pardo sea uno de los asuntos que los preocupe. Puede jugarse con un oso de peluche y no pensar, ni un poco, en un oso de verdad. Desde esta perspectiva, se observa que la constante presencia de los osos en nuestro imaginario no se corresponde con pensar en los osos reales. Por decirlo de cierto modo: al mismo tiempo, los osos están presentes entre nosotros y pasan, hasta cierto punto, olvidados.

Dumont juega con esta ambivalencia: uno oso en la ciudad es ignorado. ¡Un oso! Un oso que debería ser buscado, querido, admirado, como sus compañeros de peluche, vive lo que pasa del otro lado de la moneda.

III. Una lectura sobre nuestra sociedad

En el corazón del libro parece encontrarse un tema: las personas en situación de calle. Todas ellas representadas por el oso: indiferencia, hambre, frío, desprecio… He aquí las cosas que vive el oso y que viven aquellos. Ahora bien, el libro de Dumont no es moralista ni sentimental; antes bien, uno de sus logros es señalar una situación de manera sutil pero acertada.

Regresemos a la ambivalencia de los osos: al mismo tiempo, están y no están. Y lo mismo, señala el libro, sucede con las personas en situación de calle: todos sabemos que existen y, al mismo tiempo, podemos quitar su presencia de nuestro foco de atención. En cierto momento, se menciona con claridad: «la gente ya no me pone atención», dice el oso, confirmando que a pesar de estar frente a los ojos de los demás, ya nadie parece notar que existe.

Este último es un concepto clave dentro del libro: la existencia. El libro remarca varias veces que los osos que viven en una ciudad no existen. Y el diagnostico es exacto: tal pareciera, por nuestra indiferencia, que las personas en situación de calle no existen. Y sin embargo, existen, como el oso dentro de la historia.

Existen y son capaces, como nosotros, de sentir.

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Bibliografía.

Dumont, Jean-François. Soy solo un oso. Traductora: Cristina Ramos. 1ª edición, Colombia: Panamericana Editorial. 2011.

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