“¡Hay tiro!”: venta de productos y elecciones

Como resultado de las pasadas elecciones del 5 de junio en 6 Estados del país, por parte de la oposición comenzó a circular un nuevo eslogan con miras a las elecciones presidenciales de 2024: “¡hay tiro!” De él se han hecho eco los panistas, los priistas, las personas críticas del gobierno federal e, incluso, el mismo Claudio X. González, una de las cabezas de Va por México. (1)

Dicho eslogan tiene su origen en las, quizá, clásicas transmisiones de boxeo en TV Azteca, las cuales han dejado, además de la mencionada, otras varias frases más. El “¡hay tiro!”, entonces, tiene su origen en el pugilismo, cada vez que los narradores veían un combate lleno de emoción que se podía inclinar a cualquiera de los bandos.

Ahora bien, es interesante que la oposición se haya inclinado a usar dicha frase como su bandera de aquí a 2024. En primer lugar, resultaría evidente que es una manera de “inflar el pecho”. Y es que, en efecto, si recurrimos al símil del boxeo, tal parece que la oposición acepta que el primer round no fue bueno para ellos (pese a que salieron el día posterior a la elecciones a declararse ganadores, porque Morena “solo” pudo ganar 4 de 6 gubernaturas). Así entonces, con varios golpes, desde su banquillo, la oposición le grita a su contrincante que no lo dé por vencido, y que aún “¡hay tiro!”. En segundo lugar, el uso de la expresión llama la atención porque trae a la mente que estamos en una franca contienda entre dos bandos, donde solo uno puede ganar. En este sentido, el 9 de junio la coalición Va por México firmó una moratoria constitucional con la idea de que no aprobarán ninguna reforma constitucional enviada por el Ejecutivo. Es decir, la oposición parece asumirse como un boxeador cuya única propuesta es hacer daño.

Por su puesto, estas ideas intentan leer un evento en una dirección completamente contraria de la que le da la oposición, porque, para ellos, el “¡hay tiro!” es una expresión grandilocuente de un opositor que no se dejará vencer ante nada.

Aceptemos, pues, que así sea. La expresión no tendrá detrás a una fuerza política que aspira a no perder más de lo que ya ha perdido, y cuya principal fortaleza no son las propuestas sino el asumirse como una pared que sirve para ahogar lo que sería, de verdad, un debate político con el fin de mejorar la vida de los habitantes de un país. La expresión vendrá, entonces, de una fuerza política exitosa y que está dispuesta a entregar sus mejores contiendas de aquí en adelante.

Así, el nuevo eslogan, como decía, es una expresión de fuerza, de confianza en ellos mismos. Pero si esto es así, resulta aún más extraña la postura que estaría asumiendo la oposición, dados los posicionamientos que ha tenido. ¿Por qué una coalición que dice estar en buen camino, que dice haber ganado o no haber perdido en las elecciones pasadas, necesita recordarle a las personas y echarle en cara al gobierno federal que lo puede derrotar en 2024? ¿No sería un poco innecesario? Más aún, una coalición que dice que el país está bajo un régimen autoritario —cuando no en una “dictadura»–, donde supuestamente el presidente está aliado con el narcotráfico, ¿cómo puede decir que «¡hay tiro!», que puede ganar elecciones democráticas si, según lo que dicen, la situación parece tan extrema que la vía democrática no está garantizada? En lo personal, veo posicionamientos que, si no se contradicen, sí parecen ir en direcciones contrarias.

Recordemos que las expresiones tienen un sentido dependiendo desde dónde se digan. El “¡hay tiro!” lo decían los comentaristas, emocionados, al ver un espectáculo cuyo resultado no podían predecir, por lo que era una frase para denotar expectación. Pero si esa frase la dijera el boxeador que va ganando, cuando su contrincante apenas puede sostenerse en pie, se convertiría en una burla. En cambio, si la dice el boxeador que va perdiendo, con sangre en el ojo, tendría cierto carácter épico o, al menos, sería una expresión de resistencia y valor ante la adversidad. Y es que las frases valen por sí mismas, pero también por su origen. Por ello, resulta bastante difícil de creer que aquel sea el eslogan de una coalición que dice estar en camino a la victoria; o bien, el de un grupo que no se ha cansado de repetir que lo que caracteriza a este gobierno es la represión política, periodística y el espaldarazo al narcotráfico.

Pero una vez más, quizá todo lo anterior sean ideas que están lejos de ser la razón por la cual la oposición comenzó a usar dicho eslogan, y tal vez ni siquiera lo pensaron. El asunto parece algo más simple: es un tema comercial.

Hay aquí un intento de vender ideas e imágenes a la población, sin importar que sean verdaderas o no. Un grupo político levantando el brazo, gritando que “¡hay tiro!”, es una imagen que puede ser atractiva. Y en efecto, no me parece gratuito el que se haya escogido una frase acuñada en la televisión, con toda la repercusión previa que eso le da. Y es que, entonces, la oposición se ha ahorrado el trabajo de implantar una idea en nuestras mentes; lo único que tiene que hacer es apropiarse de una frase y utilizarla para su conveniencia. Estamos, pues, ante una estrategia bastante ruin de mercadotecnia. Porque ya ni siquiera hay un esfuerzo para inventar un lema o una consigna; simplemente, se recicla algo que ha resultado bien para vender un producto que no encuentra cómo venderse.

Por su puesto, alguien podría creer que todo esto de la frase fue algo espontáneo. Y si bien se pueden conceder algunas dudas, lo cierto es que no parece haber mucho margen para hablar de espontaneidad. La frase fue mencionada desde varios frentes, casi el mismo día, con la misma intención, y si eso se hizo sin una planeación previa, entonces me llama la atención que los miembros de la oposición parece que están comenzando a desarrollar habilidades psíquicas extraordinarias.

Con su nuevo eslogan, pues, la oposición trata de venderse, como un grupo fuerte, envalentonado, arrojado y sin miedo a nada, como si fuera un boxeador. No hay más…

Lo que resulta cuestionable, empero, es el ámbito al que se recurre: el pugilismo no parece el mejor símil para la política. ¿Dónde quedan las razones, los argumentos, los diálogos, los debates, la diferencia de ideas, el bien común…? Si la política se equipara al box, todo se reduce a ganar o perder poder; y el juego de la política se convierte en no dejar vencer al otro. Y esto es justo lo que hace la oposición con la moratoria constitucional.

En este sentido, parece más acertado el comentario que hizo el presidente en su conferencia mañanera del 8 de junio: “Nada en política, y habiendo democracia, es eterno, pero hay que convencer, hay que argumentar, hay que hacer propuestas”. (2) En efecto, como electores y ciudadanos, deberíamos saber qué proyecto tiene cada grupo político o, al menos, cuáles son algunas de las ideas que planea poner en marcha. Justo por ello, López Obrador reconoció que, por supuesto, la contienda está abierta para el 2024, porque las elecciones no son un juego de dos (en la situación actual), sino un ejercicio en el que estarán involucrados Morena, la oposición y el electorado. Y, al final, a quien se tiene que convencer de ir a las urnas y votar serán estos últimos; algunos, desde luego, votarán por su opción de siempre, pero como han demostrado las derrotas del PRI en Estados que gobernó por más de 90 años, las elecciones (ahora) no se ganan por nombre ni desde el odio —como mencionaron Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela—, sino convenciendo a las personas de que tu proyecto es mejor.

No obstante, la oposición parece ver el asunto como si fuera cosa de dos, creyendo que si Morena y el presidente pierden algo de lo que tienen, ellos ganarían automáticamente en 2023 y 2024. Esto no solo es ofensivo para los ciudadanos; lo peor es que, parece, se quieren traer de regreso (si es que alguna vez se fueron) las viejas y ruines prácticas: guerra sucia, campañas de desprestigio. Y más aún, priorizar la mercadotecnia por encima de las propuestas. Porque, como se hizo con Peña Nieto, se recurre otra vez a la táctica de vender un producto con frases hechas e ideas grandilocuentes. Desde luego, somos seres consumidores, pero también somos seres de razón. Y aunque a veces algunos compremos ideas de manera muy fácil, yo esperaría que la política me trate de convencer, en vez de intentar venderme su último producto. Esperaría más propuestas, buenas razones y menos frases oportunistas.

_________________________

(1) He aquí algunos de las adhesiones al eslogan:

(2) El momento en la transmisión se encuentra en el minuto 1:48:31: https://youtu.be/YTG7hWHFGK4?t=6511

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.