La siesta del tigre: la amistad

Un grupo de cuatro amigos busca los restos de un tigre dientes de sable y si los encuentran se harán millonarios. Esa es la motivación de los personajes en el filme de Maximiliano Schonfeld, según la indicación de un intertítulo al inicio. Es claro, pues, que ellos no son paleontólogos ni cuentan con los materiales para semejante empresa. Lo único que parecen tener es tiempo, mucho tiempo, y una amistad forjada desde hace bastante.

Al principio, entonces, está la carencia. En una escena, los amigos platican sobre lo que harán con su dinero. He aquí la característica de quien carece de algo: ensoñaciones sobre aquello que haría si la fortuna le sonriera. Pero además, en los primeros minutos, hay algo de melancolía en el aire. Los hombres aparecen solos en los planos, dejándose llevar por la corriente del río. Hay soledad. Y que alguien cante a todo pulmón «Corazón mágico» de Dyango, al caer la tarde, no puede ser más revelador. No sabemos el pasado de estos hombres, pero se intuye que no tienen a nadie más que a ellos mismos.

Así, la búsqueda de los huesos parece ser más un pretexto para estar unidos. Y en tanto pretexto, tambalea de vez en cuando: algunos expresan dudas sobre el éxito de la empresa, sobre cuánto tiempo tardarán y sobre lo conocimientos de quien lidera la búsqueda.

Pero con el paso del tiempo, algo pasa. El fin deja de ser lo buscado y pasa a ser el tiempo que conviven llevando a cabo la búsqueda. La camaradería entra a escena. Schonfeld los filma destilando una jovialidad envidiable. Cantan, nadan juntos, bromean entre ellos sin malicia. No hay edad para la amistad como no hay edad para la diversión y la alegría de compartir la vida con otros. No más, pero no menos. ¡Y vaya que es suficiente! Los hombres olvidan sus anhelos de dinero: en otra escena, cuestionan cómo las personas no se conforman con lo que tienen. Estos hombres ya no necesitan más que su amistad para vivir.

El final de La siesta del tigre (2016), por su parte, nos regresa al tema de los fósiles. Cuando un animal siente que ya no puede más, cuenta Cochi, se marcha a una cueva para morir. Siguiendo sus enseñanzas, él hace lo propio. Y las sobreimpresiones que utiliza el director marcan un proceso de fisilización, la de Cochi. De los animales quedan los fósiles; de los humanos, el recuerdo. De ahí la escena donde sus amigos gritan buscándolo, y el eco se pierde a través del tiempo y el espacio. Ninguna vida se pierde si alguien la recuerda.

Título: La siesta del tigre.
Director: Maximiliano Schonfeld.
Guion: Maximiliano Schonfeld, Anita Remón.
Producción: Gabriela Cueto.
Fotografía: Maximiliano Schonfeld.
Edición: Anita Remón.
País: Argentina.
Año: 2016.
Elenco: José María Espindola, Benigno Lell, Mauricio Espindola, Raúl Goettig, Julio Former.

 

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Se puede ver La siesta del tigre de manera gratuita en la página del Festival Márgenes, hasta el 23 de diciembre de 2017.

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